Al trabajar haciendo comunicación digital, en ocasiones puedes encontrarte con solicitudes como: “quiero hacerle propaganda a mi evento en redes sociales”, “mandemos propaganda de mi nuevo producto por mail”. Si bien no es intencional, es un término frecuentemente mal empleado.
Propaganda. (Del lat. propaganda, que ha de ser propagada). 1. f. Acción o efecto de dar a conocer algo con el fin de atraer adeptos. 2. f. Rel. En la Iglesia católica, organismo de la curia romana encargado de la propagación de la fe. (Real Academia Española, 2019).
Aunque el significado de propaganda originalmente era otro, su definición ha evolucionado para convertirse en todo lo que está mal en la comunicación.
Pyongyang, Corea del Norte en 1995. Foto: Yoshikazu Tsun.
El término propaganda tiene sus orígenes en los esfuerzos de la Iglesia Católica del siglo XVII por propagar sus puntos de vista y detener el surgimiento del protestantismo. Ha pasado por varias permutaciones desde entonces. Cuando Hitler murió y comenzó la Guerra Fría, la palabra había perdido su significado original y se convirtió en una peyorativa, connotando principalmente a las mentiras egoístas de los regímenes tiránicos.
Hoy en día, en la agenda del propagandista está colocar las fake news como fuente de información. El propagandista emplea todas las artes del engaño para ganar nuestro apoyo para sí mismo, su grupo, nación, raza, política, práctica, creencia o ideal. Recurre a las mentiras, la censura y la distorsión. Omite hecho, ofrece falsos testimonios. Crea cortinas de humo cuando surge un asunto embarazoso. Elige confundir y desviar a aquellos en busca de datos que no quiere que se revelen. Hace que lo irreal parezca real y lo real parezca irreal. Deja que la verdad a medias se disfrace de verdad.
Dejemos de usar el término propaganda cuando lo que buscas es ofrecer a tu público una comunicación honesta y genuina.
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